Son muchas las ocasiones que escuchamos la recurrente frase “no tengo tiempo”. De hecho esa era mi frase hasta que alguien sabio me dijo que tiempo tenemos 24 horas al día todos, sin excepción; otra cosa es en qué inviertes tú tu tiempo que sientes no te está rindiendo. ¡Toma ya!
Hemos crecido en la cultura del “yo puedo con todo” y nos cuesta decir que no. Asumimos más tareas de las que deberíamos, vamos ahogados por la vida, nos falta tanto el aire que incluso enfermamos por ello. Somos testimonios de gente realmente agobiada y angustiada con este asunto, gente que no sabe delegar funciones y necesita controlarlo todo, gente que no encuentra tiempo para dedicar a sus amigos, familiares o incluso a su pareja porque entregan un tiempo desmesurado a su profesión, gente que llega a anular visitas médicas programadas porque prioriza el contestar emails, gente que no puede dar un beso de buenas noches a sus hijos porque han preferido alargar la jornada laboral para demostrar noséque a noséquién, etc., Recuerdo la anécdota de un comercial que, por no tener tiempo, no se paraba a llenar el depósito de gasolina y era habitual recibir una llamada suya diciendo que estaba tirado en la carretera.