No tengo tiempo

Son muchas las ocasiones que escuchamos la recurrente frase “no tengo tiempo”. De hecho esa era mi frase hasta que alguien sabio me dijo que tiempo tenemos 24 horas al día todos, sin excepción; otra cosa es en qué inviertes tú tu tiempo que sientes no te está rindiendo. ¡Toma ya!

Hemos crecido en la cultura del “yo puedo con todo” y nos cuesta decir que no. Asumimos más tareas de las que deberíamos, vamos ahogados por la vida, nos falta tanto el aire que incluso enfermamos por ello. Somos testimonios de gente realmente agobiada y angustiada con este asunto, gente que no sabe delegar funciones y necesita controlarlo todo, gente que no encuentra tiempo para dedicar a sus amigos, familiares o incluso a su pareja porque entregan un tiempo desmesurado a su profesión, gente que llega a anular visitas médicas programadas porque prioriza el contestar emails, gente que no puede dar un beso de buenas noches a sus hijos porque han preferido alargar la jornada laboral para demostrar noséque a noséquién, etc., Recuerdo la anécdota de un comercial que, por no tener tiempo, no se paraba a llenar el depósito de gasolina y era habitual recibir una llamada suya diciendo que estaba tirado en la carretera.

Continue Reading

De dentro a fuera

Mi nombre es Nando y soy lo que hago. Y lo que no hago también. Me explico. Conduzco lento. Conseguí el permiso de conducir años después de cumplir los 18. Cuando me matriculé en la autoescuela mis amigos ya hacía años que llevaban a sus novias en los coches de sus papás, lo que quizás no sepan es que sus novias me llevaban a mí, pero de eso no te quiero hablar y si ellos leen esto, como ha pasado tanto tiempo, seguro que me perdonan. Le cogí gusto a lo de examinarme, así que tras diversos ensayos y errores, aprobé la parte teórica. De la práctica prefiero no contar nada. Está claro que eso fue una premonición. En la actualidad ya hace años que conduzco pero hay costumbres que al principio tienes y después te tienen a ti y mi lentitud se ha apoderado de mi forma de conducir. A pesar de mi limitada pericia al volante, mi mujer me lo cede de forma habitual. No descarto que haya algo de cachondeo en el gesto.

Continue Reading

Vivir la vida con sentido

Vivir la vida con sentido es vivirla sabiendo que todo tiene un para qué; nada es casualidad; todo es por algo y para algo.

Parece increíble pero en nuestra primera infancia nos dejamos sorprender por todo y por todos, todo nos va bien y aceptamos a nuestros familiares y amigos sin prejuicios, nos permitimos decir y hacer lo que pensamos sin contradicciones, somos valientes y tremendamente humanos pues nos permitimos llorar y reír o cantar y dormir a nuestro antojo. A medida que vamos creciendo, nos vamos amoldando a una sociedad que arrastra unas normas y creencias que limitan la creatividad, la libertad de expresión, la coherencia entre lo que pensamos, queremos y hacemos, la autoestima, la autenticidad, la conexión con el entorno y la intuición.

Continue Reading

Las Inteligencias Múltiples nos ayudan a definir el camino profesional de nuestros hijos

A día de hoy, el Dr. Howard Gardner defiende que así como hay muchos tipos de problemas a resolver, también hay muchos tipos de inteligencias que se pueden adaptar a su solución. A día de hoy, Gardner y su equipo de la Universidad de Harvard han identificado ocho tipos de inteligencia: lingüística-verbal, lógico-matemática, viso-espacial, musical, corporal-cinestésica, naturalista, intrapersonal e interpersonal.

Las inteligencias múltiples ponen de manifiesto que evaluar a todos por el mismo rasero no es válido. No todos tenemos la misma habilidad con todas las inteligencias, por lo que si las respuestas del test o examen deben ser por escrito, esto favorecerá a los que tengan más desarrollada la inteligencia lingüística; un test oral favorecerá a los que tengan más desarrollada la inteligencia interpersonal, etc. Por lo tanto, si te preguntas: ¿Es mi hijo inteligente? La respuesta es: para unas cosas sí y para otras no tanto.

Continue Reading

¡Muchas gracias! Muchas veces.

Mi hija Isabel pasó un fin de semana en casa de mi prima y volvió con una costumbre (es gracioso porque a la edad de 6 años, tener un mismo comportamiento dos días seguidos ya lo convierte en costumbre). Lo último que hacía antes de dormirse era dar las gracias por algo que le hubiera sucedido en el día y pedir por algo que quería que ocurriese en un futuro. Un besito y ¡a dormir!. Me pidió que siguiéramos con esa costumbre en casa y así lo hicimos. Llevamos desde junio 2010 agradeciendo juntas todas las noches.

¿Qué hizo que quisiéramos conservar este ritual? Nos sentimos bien haciéndolo. Este simple “juego” nos permite conocernos más; ahora sé lo que ella agradece de cada día y ella sabe lo que para mi es importante y/o divertido y en qué pongo yo el foco. Estamos un rato pensando mientras hacemos un repaso a varias opciones antes de elegir la que diremos en voz alta… y ese momento es mágico y enseguida veremos por qué.

Dejaremos la parte del ritual en que se pide algo que queremos que ocurra para otro post, pues merece la pena detenerse ahí también.

Cuando nos ponemos en “modo agradecimiento” estamos repasando varios momentos agradables del día y como nuestro cerebro no distingue entre realidad y visualización, revivirá la emoción vivida en cada uno de esos momentos que estamos “reviviendo”. Es como ver una peli: sabemos que no es cierto, que son actores interpretando un papel pero lo vivimos y sentimos como si fuera cierto.

Continue Reading