¡Muchas gracias! Muchas veces.

Mi hija Isabel pasó un fin de semana en casa de mi prima y volvió con una costumbre (es gracioso porque a la edad de 6 años, tener un mismo comportamiento dos días seguidos ya lo convierte en costumbre). Lo último que hacía antes de dormirse era dar las gracias por algo que le hubiera sucedido en el día y pedir por algo que quería que ocurriese en un futuro. Un besito y ¡a dormir!. Me pidió que siguiéramos con esa costumbre en casa y así lo hicimos. Llevamos desde junio 2010 agradeciendo juntas todas las noches.

¿Qué hizo que quisiéramos conservar este ritual? Nos sentimos bien haciéndolo. Este simple “juego” nos permite conocernos más; ahora sé lo que ella agradece de cada día y ella sabe lo que para mi es importante y/o divertido y en qué pongo yo el foco. Estamos un rato pensando mientras hacemos un repaso a varias opciones antes de elegir la que diremos en voz alta… y ese momento es mágico y enseguida veremos por qué.

Dejaremos la parte del ritual en que se pide algo que queremos que ocurra para otro post, pues merece la pena detenerse ahí también.

Cuando nos ponemos en “modo agradecimiento” estamos repasando varios momentos agradables del día y como nuestro cerebro no distingue entre realidad y visualización, revivirá la emoción vivida en cada uno de esos momentos que estamos “reviviendo”. Es como ver una peli: sabemos que no es cierto, que son actores interpretando un papel pero lo vivimos y sentimos como si fuera cierto.

Continue Reading